¨Hace tiempo que sé que el mundo no es mío, ni mi hogar.
Si la vida es una orgía, yo voy de paja mental.
Puritita fantasía; nada menos, nada más.¨

miércoles, 19 de mayo de 2010

Punto de Fuga


De mi cuerpo etéreo de humo azul,
de mi vos que espanta hasta las nubes
pero encanta caballeros,
de las sombras que en habitan mis demonios...
y los tuyos,
del desorden, de la tinta que te extraña
viene galopando sobre rayos
las estridentes tropas de mis orígenes gitanos,
para anclarse en tu lagrimales
y derramarse con tu dolor,
para que sea mío, también.

De tu sonrisa desnuda
y a escondidas del mundo,
regimientos de espiritual melancolía
le dan batalla a la letanía de mis pensamientos.
Ocurre que es tiempo de silencios,
sólo una blancura espesa puebla los dominios de mis ser.

Nada

En ocasiones he querido escribir en silencio y soledad,
y lo único que he logrado es eso: silencio y soledad;
palabras mudas que escapan
de imágenes transparentes, nada.
El grito silencioso del color de las cosas que rodean mi mente,
vacías de luz y de sombras,
ecos cansados de repetir lo pienso
saltando desde el muro que me bloquea hacía el vacío,
la insoportable liviandad de mi espíritu rendido
bajo en el zumbido interminable del ventilador...
y nada.
Fotos que amarillean momentos de alegrías impropias
y dolores ajenos
que ya no quieren sugerirme ni una palabra,
tragando como yo, el silencio de las moscas
que me hacen cortejos.
YO, que no conozco de sentimientos pequeños,
ni los acepto, convierto las galaxias de mi ser
en esta agitada paz que me atormenta
cuando lo único que puedo escribir es nada,
si no me embriaga el ensueño
o me asfixia la euforia...

Un día...

Sigo apilando libros para trepar hasta allá,
A la altura de tus pensamientos.
Y redimir con la astucia de la poesía,
Mi condición humana,
Que ha muerto siempre y ha matado un poco,
Sin preguntarse si quiera
Dónde termina la vida y dónde comienza la imaginación.
Cuando abandone mi traje de ilustre desconocida
Y dejen de colgarme los lastres
Que me mantienen en tierra,
Sorberé la sombra de tus ojos
Y brindaré por la dignidad adquirida,
Que me hará inmortal a tu vista y la del resto del mundo.
Envuelta en luz de incertidumbre,
Ascenderé al cielo, a tu altura,
Cuando la palabra ya no sea sólo un medio;
Cuando ella y yo seamos una,
No habrá tiempo que me mate,
Ni pasado que me persiga
En el instante que desnudes mi verso
Y de Gloria me vistas.

Despierta!


Se metio el sol a cuchilladas
por la persiana, es de día otra vez,
aunque no quiero,
aunque me niegue a ver el sol,
es de día.
Desgarró el aire
el canto de los tácitos pájaros,
la noche ha muerto en atraco de luz
y durante la siguiente infinidad de horas
la tropas del sol coloniza
la humedad de mis huecos.
El bullicio del alba se derrama
sobre las tumbas de los payasos
que masacré en un fusilamiento imaginario,
a espaldas de la luna
que se hacía la distraída
con tal de dejarse venerar
por un poetastro cualquiera
y que, por puta, merece morir
todas las noches de sus vidas,
asfixiada en mi palabra
para poder Renacer.

El amor, es un estado de gracia.

Mario me recuerda


" Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico."

Juan Die:
Mario Benedetti... pero cuando lo lei, dije: "por que no escribirselo a sole?"...

Si, ya lo sabía, lo conozco...
A veces, a Mario me lo encuentro en el jardín de mi casa, mirando las plantas... "No te parece que la Ruda es una planta espantosa?", me preguta. Y sí, tiene razón, es una planta verdaderamente horrible! Pero estaba antes que yo, en esta casa. Siempre le prometo quitarla, para que este más a gusto en mi jardín, pero nunca lo hago...
quizas, porque Bendetti, me recuerda tiempos muy felices, de esos que no se repiten... de esos que parecen unas vacaciones felizmente interminable, hasta que se te cae encima el invierno, un invierno pesado y de mierda; que acaba con los pocos vestigios del calorcito alegre.
Mario me recuerda el amor y sus no miserias...
Mientras ceba mates, merodeando el jardín y acechando mis recuerdos, con su sonrisa transparente de viejo que ha vivido más que yo, y que conoce cada uno de los pasos que voy a dar, pero finje sorpresa cuando le cuento mis cosas. Mario se hace el boludo porque sabe bien que, yo leía esas palabras en un libro prestado, en ese departamento que tenía más olor a sudores compartidos que a comida...y que de hecho, nunca habia comida, no de la ingiere el cuerpo.
Si, lo conozco. Nos concemos hace mucho tiempo, me visita en mi jardín... y a veces, con qué gusto lo sacaría a patadas!

Besos anatómicos


El frío ahuyentado se trepa del cielo,
Energía contenida que, por fin, corre por las venas. 
Besos anatómicos Que cuadran perfectamente y llueven 
como en granizo desde lo más alto de la ansiedad, 
golpeando contra cuerpos cobrizos y confundidos. 
Maraña de olores y sensaciones, 
Besos húmedos que saben a sal, 
Besos desnudos de nieve y fuego, 
Perdidos en sombras de ojos enormes y  bien cerrados, 
De los que quedan destinados 
A quienes se hallaron Siguiendo la fragancia del bosque, 
Besos anatómicos e instinto de morder. 
Reconozco mi derrota, besando en tu boca, 
Mi propio amor salvaje.

Narcisos en el agua



Flota celeste el cielo sobre el agua
Y se confunden en ella las flores y mi reflejo.
Tengo miedo de las cosas hermosas,
Pero, me tienta la sensualidad de la muerte;
Caer y fundirme con mi propia imagen.

Yo leo



Yo leo y su mirada, se hace intermitente,
mis ojos clavados en un libro,
y su cabeza apoyada en el pasto,
intercalándome con el cielo,
que cayó pesado en el horizonte.
Por un rato, 
sólo por el rato que dura esta eternidad
reducida a unos instantes,
repito palabras que escribió otro
porque nunca las supe decir,
yo le leo...
y todo se amplia con el humo:
de una hoja cae espesamente lenta una gota
y se une al silencio del agua muda
y se curva expansivamente hasta el infinito.
Maullidos y siluetas felinas,
cachos de cielo estrellado adheridos a la luna;
resplandecen relámpagos de dudas punzantes
por las palabras prestadas
que resisten su extinción
agonizando en el agua de sus ojos
y confunden con mi reflejo
mis palabras, las de otro
y su poca fe...

Nada


En ocasiones he querido escribir en silencio y soledad,
y lo único que he logrado es eso: silencio y soledad;
palabras mudas que escapan
de imágenes transparentes, nada.
El grito silencioso del color de las cosas que rodean mi mente,
vacías de luz y de sombras,
ecos cansados de repetir lo que pienso
saltando desde el muro que me bloquea hacía el vacío,
la insoportable liviandad de mi espíritu rendido
bajo en el zumbido interminable del ventilador...
y nada.
Fotos que amarillean momentos de alegrías impropias
y dolores ajenos
que ya no quieren sugerirme ni una palabra,
tragando como yo, el silencio de las moscas
que me hacen cortejos.
Yo, que no conozco de sentimientos pequeños,
ni los acepto, convierto las galaxias de mi ser
en esta agitada paz que me atormenta,
cuando lo único que puedo escribir es nada,
si no me embriaga el ensueño
o me asfixia la euforia...

Al kutxi




El amor de mi vida o el poeta de mi muerte? Hasta mi sombra se avergüenza de mi Cada vez que abres la boca O empuñas un lápiz. Te admiro, te amo con esta miseria De amor platónico Entre las penumbras del anonimato, Mientras los colores de tus versos Forman la musicalidad de los míos.

Respira me


Diluye tu cuerpo en la esencia de mi ser aletargado,

Pierde la cobriza extensión de tu desnudez

En la profundidad del territorio de mi nombre

Y respira…

Sumérgete en mi herida sangre gitana

Que baila entre las estrellas de mi pecho;

Eclipsa con las lunas de tus ojos

Los soles de mi boca.

Tuyo el tiempo adormecido

Que acunan tus pestañas,

Mío el mapa cósmico de tu espalda.

Encierra entre tus manos este corazón

Que en estado salvaje, detona maremotos

Y respira…

Destella el fulgor de tus ojos de humo

En la impudicia de mis pensamientos,

Respira, absorbe mi sustancia

Para que vivas mi vida como propia

Y entiendas como entiendo

El reptar de almas,

El aletear del enjambre de sombras

Nacido en un charco de barro y estiércol;

Para querer como quiero lo que hay de ti

En todo el mundo, en cada persona,

En cada piedra, en cada árbol,

En los gatos, en la música, la palabra,

La sangre y la tinta.

Para que odies como odio

Lo que hay de mí en todo…

Respira…

Respírame… y exhala mis sobras.


Debe ser asi


ya me lo me imagino:
debe despertar por la mañana
y con los tibios velos del sol llena de luz sus ojos;
ella, debe verlo inmóvil, con los ojos clavados en la nada,
ausente en su cuerpo blanco
que sólo encapsula las rancias esperanzas
de su inconcluso idilio con la ausencia,
y sin embargo, no dice nada, no se queja
porque prefiere su cuerpo vacío
que la cama vacía de todo.
A lo mejor él,
por la noche proyecte anatomías, ahora difusas
y a su lado yazga su sombra desmayada
de tanto andar
y sienta el espeso escurrir del tiempo
que no puede detener;
quizás le sonría a las risas que ya no oye
mientras el silencio crece
y se mueve por la casa...
Y no hace nada
contra en el transcurrir de las horas,
a chorros se le escapa la vida
de un presente metódicamente planeado.
Ya es... y ahora que?
A fumar, a escribir
a poner en dudas su amor,
su vida y su integridad,
aunque sea producto de la impúdica imaginación
que lo tiene de rehén...
ahora, a ama el silencio
desde que no tiene a quien amar

martes, 18 de mayo de 2010

Donde nadie quiere entrar

Junto con la quita bocanada de humo aspira los tintes de la noche y de golpe, todo aclarece. Camina. Deambula el encierro de su ser en una cárcel de la que no puede huir, que lo contiene o le impide que sea uno con el mundo.
Se le enredan los recuerdos en el pelo; es difícil saber cuánto tiempo lleva ahí, perdido dentro de sí, desesperadamente libre de todo.
 Dentro, Corren ríos espejados de palabras transparentes; cascadas de poesía musicalmente perfecta que brotan de un huequito del alma. Afuera, el resto del mundo. Aquí yerguen arboles azules que abrigan bajo sus llovidas ramas todas las amantes que tuvo en una orgía infinita; afuera los estériles esfuerzos de la vida cotidiana mientras que acá crecen espinas sin flores pero sabe que, en algún recoveco, hallará su tibio idilio y a su sombra enamorada; y los vientos perfumados desordenan las ideas.
Afuera, permanece tendido, inmutable dentro, llora, ríe y convulsiona bajo una lluvia de colores Afuera se cae el mundo a cachos y acá... no nos importa