No hagas que tu ausencia corpórea ocupe el espacio
que podría llenar el vacío real, píerdete;
que te diluya el aire con su transparencia,
que te opaque hasta que no pueda verte.
Cuando el mudo eclipse de los miedos te cubra,
grita con tu voz muerta a esa otra voz en tu cabeza,
la que crees tu conciencia; grita hasta que se calle.
Encuentra en el silencio de tus pensamientos
tu verdadera cara.
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