No he hecho nada para mantenerme viva, la inercia es algo
que me lleva sin remedio alguno, y mi resistencia mental e inconsciente sólo
consiste en reptar por las horas que duran las mañanas. Odio las mañanas. Abro
los ojos con dolor, como si un puñal acabara por despertar conmigo al triste
principio del día.
Es algo extraño vivir entre la muerte.
Con el correr de la horas, el desanimo va menguando y para las cinco de la tarde, me siento un poco mejor; entonces tengo un rebrotar de fuerzas ínfimo y salgo quizás a dar una vuelta por el alrededor verde que costea la casa de Calucho sin Calucho.
Imaginen que veo cosas hermosas, pero carezco de la energía para apreciarlas.
Sólo quiero el silencio y la horizontalidad de este cuerpo, casi todo el dia inmutable y adolorido de no hacer más que evitar el suicidio.
Es algo extraño vivir entre la muerte.
Con el correr de la horas, el desanimo va menguando y para las cinco de la tarde, me siento un poco mejor; entonces tengo un rebrotar de fuerzas ínfimo y salgo quizás a dar una vuelta por el alrededor verde que costea la casa de Calucho sin Calucho.
Imaginen que veo cosas hermosas, pero carezco de la energía para apreciarlas.
Sólo quiero el silencio y la horizontalidad de este cuerpo, casi todo el dia inmutable y adolorido de no hacer más que evitar el suicidio.
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