y luminosos estruendos,
que apenas, sugieren la descripción el paisaje.
Pequeños raptos de lucidez
como verdades que destellan intermitentemente
y vuelven a perderse en la oscuridad de un sumidero.
En la universal languidez de la duda,
se confunden las incorporas imágenes
y algunas percepciones.
Nada es seguro en el silencio mortal
que todo lo impregna,
todo se agita por dentro
aunque parezca la quietud empinada de las montañas;
cada cosa en sus rincones más íntimos, se estremece,
a veces de frío, otras de furia.
Nada es indiferente a la brisa, ni a la tormenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario