Si nos ponemos a pensar, no paso nada.
Sólo idas y venidas a unos cuantos desvaríos, mi amor.
Pero no está mal.
Somos árboles altos del veranos pasado
con las raíces enredadas bajos los pies.
Pero el otoño nos enferma, corazón.
Es el plácido beso de morder, un abrazo de asfixia,
una despiadada caricia del amor torturador;
tan seguro sí, de nacer y sobrevivir
a tus formas y las mías,
y que ahora está apunto de morir.
Quisiera besarle la frente, la boca
y que respire a través de mí
o acurrucarlo en mi pecho de tumba
cuando deje de existir.
Sólo idas y venidas a unos cuantos desvaríos, mi amor.
Pero no está mal.
Somos árboles altos del veranos pasado
con las raíces enredadas bajos los pies.
Pero el otoño nos enferma, corazón.
Es el plácido beso de morder, un abrazo de asfixia,
una despiadada caricia del amor torturador;
tan seguro sí, de nacer y sobrevivir
a tus formas y las mías,
y que ahora está apunto de morir.
Quisiera besarle la frente, la boca
y que respire a través de mí
o acurrucarlo en mi pecho de tumba
cuando deje de existir.
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