Qué importante es ver el horizonte,
detenerse a observar la fluorescencia de las nubes,
contar unos cientos o miles de estrellas en cada viaje;
es importante mirarle la cara al mundo
y aun más necesario; es abrirle los brazos al viento,
descubrir como, a lo lejos, el cielo se rompe en tormenta;
es menester detenernos, y no pensar.
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