Siento el dolor de estos acordes
apretados en la mano,
las venas hinchadas de mi famélica clave de fa.
Ha nacido un valsecito muerto
del oscuro vacío de un acordeón desvencijado,
de la ausencia material de mi piano,
de lo lejano de mi infancia herida,
de mi nombre distintivo
que es Soledad.
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