Quiero dejar de hablar,
y en el caso que tenga algo que decir, escribiré.
Hay pocas palabras, o ninguna,
que quisiera compartir con vos o con el mundo.
Siento mi espíritu flaco,
como un líquido aplastado y amoldado dentro mío.
Percibo mi cuerpo como una superficie lejana,
estoy hundida en mi propio abismo;
y el silencio,
sólo el silencio flota conmigo
dentro de mi cuerpo.
No quiero usar más que las palabras escritas
que se oxide mi voz de nostálgica historia,
y de primaveras heridas
Que se cayen sus floridos versos de arena y mar,
que se guarden en secreto con las selvas que me crecen dentro,
a las que pertenezco
y a la pertenece esta soledad;
a quien ha nombrado mi padre,
y que soy, sin resistencia alguna,
sin lamento y con la imperiosa necesidad de serlo.
Soy soledad, emperatriz absoluta y totalitaria
del caos molecular que habita en mi,
y que me forma,
del único mundo en que vivo,
irremediable y sin salida;
al menos por ahora.
Esta cárcel que soy de mi propio espíritu,
este cuerpo que siento tan despegado de mi,
y que, a veces, con desesperación,
de un rincón al otro de mis tripas,
intento perforar
y escapar... Pero aun sin poder hacerlo
puedo esconderme aquí,
debajo de la mugre de mis uñas
a esperar por ti.