Siempre salgo a fumar al patio. Me siento al borde del cantero para hablar con las plantas y escuchar sus silenciosos consejos. Una de estas ultimas tardes de verano, me encontré con una mosca. Primero la vi, como vemos siempre las cosas, por encima, sin demasiada atención. Luego, examinándola mejor, noté que le faltaba un ala, y que en lugar donde debía estar, había una pequeña partícula amarillenta. No supe qué era.
La mosca, saltaba tratando de tomar vuelo; y me di cuenta, tristemente, de que su inminente muerte había llegado. Enseguida mi cabeza se envolvió en cuestiones morales: La vida es la vida, y todas valen igual. Si yo soy capaz de tratar de salvar la vida de otros seres, por qué no iba a intentar un pensamiento similar con ella? Me compadecí. Y justo en el instante en que, empezaba a lamentarme por no poder ayudarla; la mosca calló al suelo sobre un montículo de repelente antipulgas que yo misma le había esparcido a una perra amiga, La China. Tuve unos segundos de confusión, entonces entendí: El destino de las dos, era estar ahí. El de ella, en particular, era morir; el mío, no interferir.
La mosca, saltaba tratando de tomar vuelo; y me di cuenta, tristemente, de que su inminente muerte había llegado. Enseguida mi cabeza se envolvió en cuestiones morales: La vida es la vida, y todas valen igual. Si yo soy capaz de tratar de salvar la vida de otros seres, por qué no iba a intentar un pensamiento similar con ella? Me compadecí. Y justo en el instante en que, empezaba a lamentarme por no poder ayudarla; la mosca calló al suelo sobre un montículo de repelente antipulgas que yo misma le había esparcido a una perra amiga, La China. Tuve unos segundos de confusión, entonces entendí: El destino de las dos, era estar ahí. El de ella, en particular, era morir; el mío, no interferir.
Destinos.
ResponderEliminarasi es, Pepa quería...
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