Muerte de noche vestida,
que puedo oler tu aliento a niebla;
sin pena de mí, cuando lo tengas que hacer, me llevas.
Son horas lentas que se suceden punzantes y adoloridas,
Muerte que, a veces, te espero fumando en el patio;
dispuesta a la resistencia,
sin resistir
a que me borres de un soplo de la faz de la tierra,
a que despegues de un sólo tirón mi alma de su envase,
a que esparzas, lentamente, mi existencia en el viento
y para siempre desaparezca,
sin dejar en mi cuerpo más que el vacío
de mi expropiada presencia.
que puedo oler tu aliento a niebla;
sin pena de mí, cuando lo tengas que hacer, me llevas.
Son horas lentas que se suceden punzantes y adoloridas,
Muerte que, a veces, te espero fumando en el patio;
dispuesta a la resistencia,
sin resistir
a que me borres de un soplo de la faz de la tierra,
a que despegues de un sólo tirón mi alma de su envase,
a que esparzas, lentamente, mi existencia en el viento
y para siempre desaparezca,
sin dejar en mi cuerpo más que el vacío
de mi expropiada presencia.
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