La nube que esponja su cuerpo,
de colores teñido...
imaginate.
Los labios que son todos los labios que besé,
la belleza de su pensamiento que inunda la cama
y se derrama,
las gotas negras de sus ojos muertos,
los libros que nos escuchan los maullidos lunares.
Vamos a jugar a los amantes,
a los que sulfatan de sudor,
a la entrecortada respiración del colchón que trina,
que grita su silencio doliente.
Vamos a despojarnos del cuerpo,
a hacernos uno, con la sombra que somos,
aislados de todo,
y caernos, como decía Neruda, uno en el otro;
y ahogarnos, como digo yo, en la saliva redentora
de tu boca inmensamente bella.
Y sigo, estirando tu poema
a los confines de tu ser,
agregándole frases para alcanzarte.
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