¨Hace tiempo que sé que el mundo no es mío, ni mi hogar.
Si la vida es una orgía, yo voy de paja mental.
Puritita fantasía; nada menos, nada más.¨

sábado, 27 de agosto de 2011

El gato

El gato se infla y se desinfla, ajeno a todo, no le importa na.
Sólo respira con los ojos entreabiertos.
El gato escucha mi respiración y estira su corta longitud
sobre mi cubrecamas.
Mientras yo me quemo los dedos, el gato abre un ojo para verme.
  Elegante en su silencio, me chamuya:
Los inviernos, son más estimables en los recuerdos;
dice sin decir, mientras le cae el sol en el lomo atigrado.
Necesito del sol para curarme,  del pasto brotando sigilosamente,
del trinar de los pájaros. Necesito a clamor silenciado
y temblando en tu cama, del calor para vivir.
Y necesito de los colores...
y de la libertad de movimiento en los techos.
Para poder fundirme y estañarme al todo,
necesito al calor;
a la luna desnuda en el cielo,
al sudor del campo entre los árboles levantándose,
al arrullo tibio del verano que me lame los hombros
y me afila la tristeza.
Preciso sus letras y el anaranjado horizonte que me llama
con aullidos en la distancia;
que me flajela con recuerdos mal dosificados.
Para maullar cálidamente sobre mieles dulces y exóticas;
para recobrar la memoria de otros calores,
de otros lugares y con otras personas:
Imploro la perpetuidad del calor y la desnudez del sol.

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