Sigo apilando libros para trepar hasta allá,
A la altura de tus pensamientos.
Y redimir con la astucia de la poesía,
Mi condición humana,
Que ha muerto siempre y ha matado un poco,
Sin preguntarse si quiera
Dónde termina la vida y dónde comienza la imaginación.
Cuando abandone mi traje de ilustre desconocida
Y dejen de colgarme los lastres
Que me mantienen en tierra,
Sorberé la sombra de tus ojos
Y brindaré por la dignidad adquirida,
Que me hará inmortal a tu vista y la del resto del mundo.
Envuelta en luz de incertidumbre,
Ascenderé al cielo, a tu altura,
Cuando la palabra ya no sea sólo un medio;
Cuando ella y yo seamos una,
No habrá tiempo que me mate,
Ni pasado que me persiga
En el instante que desnudes mi verso
Y de Gloria me vistas.
A la altura de tus pensamientos.
Y redimir con la astucia de la poesía,
Mi condición humana,
Que ha muerto siempre y ha matado un poco,
Sin preguntarse si quiera
Dónde termina la vida y dónde comienza la imaginación.
Cuando abandone mi traje de ilustre desconocida
Y dejen de colgarme los lastres
Que me mantienen en tierra,
Sorberé la sombra de tus ojos
Y brindaré por la dignidad adquirida,
Que me hará inmortal a tu vista y la del resto del mundo.
Envuelta en luz de incertidumbre,
Ascenderé al cielo, a tu altura,
Cuando la palabra ya no sea sólo un medio;
Cuando ella y yo seamos una,
No habrá tiempo que me mate,
Ni pasado que me persiga
En el instante que desnudes mi verso
Y de Gloria me vistas.
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